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Los Años para la Plenitud

En una sexualidad adulta sana debe existir la integración de la genitalidad al vínculo amoroso, en que se reconoce y respeta al otro conjuntamente y se busca la felicidad en la  sexualidad.

Por María Soledad Molina C.
Psicóloga

Por si no ha leído los artículos anteriores de este ciclo, me resulta conveniente recordarles que la sexualidad es una función única y connatural de la vida. Es una función compleja, puesto que a pesar de que la sexualidad humana incluye, evidentemente, la función reproductora, no se confunde con ella, siendo igualmente una función erótica que nos permite compartir y disfrutar.

Está indirectamente vinculada con la comunicación y se desarrolla desde el comienzo mismo de la vida, quizás desde antes, cuando el bebé se liga al pecho de la madre. Incluye todo el desarrollo infantil y adolescente, alcanzando su culminación y trascendencia durante la adultez y en edades avanzadas. La sexualidad sólo desaparece cuando termina la vida, es decir, con la muerte.

De adolescencia a juventud…

Continuemos entonces, con nuestro recorrido a través del largo camino de desarrollo de esta maravillosa función humana, adentrándonos en una breve descripción de lo que ocurre desde la adultez joven, que comienza aproximadamente a los 20 años, pasando por la adultez media (45 a 65 años), hasta la adultez mayor, que va desde los 65 años en adelante.

La juventud comienza con el término de la adolescencia y su desarrollo depende del logro de las tareas de esta etapa. Constituye el período de mayor fuerza, energía y resistencia física.

Las tareas principales dicen relación con el logro de la independencia, la competencia y la responsabilidad e igualdad en relación con su sexualidad. En este sentido el joven se verá enfrentado a determinar, entre otras cosas, el estilo de vida que llevará, definiendo en esta área, por ejemplo, el tipo de relación sexual que desea establecer (informal, formal o recreativa), la forma de expresión de su sexualidad (heterosexual, homosexual, bisexual) y si considera contraer o no matrimonio.

Debe además, establecer su deseo de tener o no uno o más hijos. En esta etapa se enfrenta también la disyuntiva y decisión de mantener o no relaciones extramatrimoniales.

En la adultez…

En una sexualidad adulta sana debe existir la integración de la genitalidad al vínculo amoroso, en que se reconoce y respeta al otro conjuntamente y se busca la felicidad en la sexualidad.

En la adultez media, esto es desde los 45 a 65 años aproximadamente, en los hombres no se produce una pérdida significativa en la capacidad reproductiva, pero sí una disminución en la velocidad de respuesta sexual.

En las mujeres, en tanto, el principal cambio en esta edad sería la menopausia, la que supone el fin de la capacidad reproductiva. No obstante, no se produciría una pérdida en la respuesta sexual, ya que se trata de una edad en que se dan las condiciones para una expresión y satisfacción plena de la sexualidad, si se desechan los prejuicios que tanto abundan en torno al tema. 

Ahora bien, en la tercera edad, la sexualidad es una de las dimensiones más ricas. Esto echa por tierra al tan extendido prejuicio que asegura que "en la vejez termina la sexualidad".

Son muchas las creencias y prejuicios acerca de la sexualidad del anciano. Gracias a recientes investigaciones en el adulto mayor, se ha dado cada vez más importancia a la expresión sexual, pues está comprobado que ésta no solo es útil para el bienestar físico, sino que también es fundamental para asegurar a ambos miembros de la pareja el amor del otro, así como su comprensión y la sensación de que sigue estando vigente su vitalidad, lo que en definitiva, contribuiría a elevar la autoestima de cada miembro de la pareja.

De esta manera, los estereotipos populares que plantean que los años de la vejez son asexuados, son infundados puesto que en la práctica existe un número elevado de personas adultas que, después de los 65 años, permanecen interesadas y activas sexualmente.

Es cierto que las relaciones sexuales en la tercera edad son diferentes en frecuencia e intensidad. Disminuyen producto de signos biológicos y físicos. La satisfacción y consistencia de la misma se deberá principalmente, según dicen los expertos, a cómo haya sido el comportamiento sexual durante la juventud.

En conclusión, creo que es importante tender a construir una mirada clara e integrada de lo que implica una sexualidad adulta sana, que nos invita a vivirla no sólo de la perspectiva biológica, sino que nos abre a la crecedora expectativa y experiencia de una vida plena en todos los ámbitos y en cualquier edad, si estamos dispuestos.

Declaración de la OMS
La Organización Mundial de la Salud plantea que "la salud sexual es la integración de los elementos somáticos, emocionales, intelectuales y sociales del ser sexual, por medios que sean positivamente enriquecedores y que potencien la personalidad, la comunicación y el amor. Presenta decisiva importancia desde ese punto de vista el derecho a la información sexual y el derecho al placer”. (OMS 1975).